Comprar una motoazada o un motocultor sin analizar el terreno y la carga real de trabajo es una de las razones más comunes por las que el equipo “no rinde”, se desgasta rápido o termina siendo subutilizado. A continuación, te compartimos los errores más frecuentes para que los evites.
Muchos de estos errores se evitan entendiendo primero la diferencia entre motoazada y motocultor .
Un equipo económico puede ser útil en huerta y suelo suelto, pero si tu terreno es duro o el uso es frecuente, puede quedarse corto y generar más gastos por desgaste, repuestos o tiempos de trabajo.
El suelo define casi todo: arcilla, compactación, humedad, piedras y pendiente cambian la exigencia. Un equipo liviano puede funcionar en tierra suelta, pero en terreno pesado necesitarás más potencia, peso y tracción.
Lo ideal es elegir según área, suelo y frecuencia, no solo por “más grande es mejor”.
La transmisión es una de las partes más críticas en estos equipos. Antes de comprar, revisa que haya repuestos, soporte técnico y disponibilidad local de mantenimiento.
Muchas personas compran sin revisar el ancho de labor (cuánto trabaja por pasada). Un equipo muy estrecho puede funcionar, pero puede duplicar o triplicar el tiempo total de trabajo en el terreno.
Si tu objetivo incluye surcado, aporque o transporte con remolque, lo más probable es que un motocultor sea una mejor opción. Comprar una motoazada pensando que hará lo mismo puede llevar a frustración y compra doble.
Peso, equilibrio, manubrio ajustable y control del avance influyen en la seguridad y el cansancio. Un equipo mal elegido puede ser difícil de controlar, especialmente para jornadas largas.
Filtro de aire, aceite, limpieza de fresas y revisiones periódicas son obligatorios. Si trabajas en ambientes con mucho polvo o jornadas largas, el mantenimiento se vuelve aún más importante para evitar pérdidas de potencia y fallas.
Si aún tienes dudas, consulta nuestras preguntas frecuentes (FAQ) .
